Cuanto más grande es tu bostezo, más grande es tu cerebro
Ya sabemos que el bostezo es un comportamiento muy contagioso. Sin embargo, los científicos no se ponen de acuerdo acerca de por qué bostezamos o de dónde procede este gesto. El propio Charles Darwin decía en 1838 que “Al ver el bostezo del perro, del caballo y del hombre, me hace sentir que todos los animales están construidos sobre una misma estructura”.
Pues bien, un equipo de científicos de la Universidad Estatal de Nueva York en Oneonta (EE.UU.) decidió observar los bostezos de 29 mamíferos diferentes a través de vídeos: ratones, gatos, erizos, morsas, elefantes, zorros, así como seres humanos y encontraron un patrón. Los animales con cerebro pequeño, con menos neuronas en la corteza cerebral, realizaban bostezos más cortos que los animales con cerebro grande y más neuronas en la arrugada capa exterior cerebral. Así, los animales con cerebros más grandes y complejos tenían bostezos enrevesados.
Por orden de bostezos, de mayor a menor, los seres humanos (con cerca de 12.000 millones de neuronas en la corteza cerebral) tenían el bostezo medio más largo, algo más de 6 segundos; los primates, son los que bostezan mayor número de veces; los elefantes -que tienen un número similar de neuronas corticales que los seres humanos- bostezaron también durante una media de 6 segundos.
¿Y los mamíferos con cerebros minúsculos? En el caso de los ratones, los bostezos apenas duraban 1,5 segundos. En conclusión, los investigadores apuntan que el bostezo tiene un efecto fisiológico clave y que favorece el enfriamiento de nuestro órgano pensante, apoyando la hipótesis de que bostezamos, en suma, para “refrescar” el cerebro.
El estudio ha sido publicado en la revista Science.