La niebla protagonista ayer en el Boucharo. Hoy toca el Col D’Aubisque
La tupida niebla fue la protagonista de la cuarta etapa de DisCamino en esta aventura de la Transpirenaica 2017 con el objetivo del Gavarnie Boucharo. Un puerto interminable que parecía no tener fin y que al final premió, en la cima, con sus imágenes. Y hoy toca más de lo mismo con doble esfuerzo con la subida al Soulor y el Aubisque con sus 1.818 metros de altitud y 28,9 kilómetros de subida uno de los puertos habituales del Tour de Francia y en la que entre otros Miguel Indurain también ha escrito su nombre, siendo Javier Otxoa que hoy es un atleta paraolímpico de primera línea tras sufrir un trágico accidente cuando entrenaban al ser arrollado junto a su hermano, que fallecía, por un vehículo, el último español en coronarlo en primera posición. Antes, sobre los 1.748 metros tendrán que haber coronado el Col de Soulor cuyos últimos tres kilómetros, los que van desde el 17 hasta el 20, son al 8,5%.
Diario de A Bordo. Día 6.- Etapa quinta.
DISCAMINO-2017. 14 … TRANSPIRENAICA … GAVARNIE Y EL COL DE TENTES NAVEGANDO ENTRE LA NIEBLA
«Son 31 los kilómetros que separan Luz-Saint-Sauveur de los 2.208 metros del Col de Tentes en GAVARNIE Boucharo. Al ser tan grande la distancia, la estructura habitual de la jornada se nos hacía un poco fuerte y lenta de más ya que subir una furgo hasta allí y esperar a que los conductores viniesen de vuelta nos iba a retrasar un montón. Después de que nos pusiéramos todos a darle un par de vueltas al asunto en busca de una solución, a Mauro se le ocurrió algo genial. Subiría el solo con la furgo, la dejaría aparcada en el alto y bajaría a nuestro encuentro en su bici. Nosotros, entretanto, iríamos haciendo ya parte de la etapa.
Los primeros kilómetros, los que llevan a Gedre, ya los conocíamos porque los hicimos el día que subimos a Troumouse. Esta mañana, en vez de tomar el desvío a la izquierda hacia el Circo que lleva ese nombre, seguimos la carretera de frente con dirección a Gavarnie. Al igual que hicimos ayer, dosificamos los esfuerzos de Isabel y Anita haciendo que se repartieran la etapa. Isa pedaleó primero, justo hasta Gavarnie, y Ana lo hizo después, tocándole lidiar con los temibles 11 kilómetros finales del puerto. La previsión del tiempo decía que durante toda la mañana tendríamos nubes y algún que otro claro, con una probabilidad de tormenta eléctrica en torno a las 10. Al levantarnos miramos al cielo y lo encontramos totalmente cubierto de nubes y niebla, tanta, que no se veían las montañas que rodean el camping en el que tenemos la base de operaciones. Iniciamos la marcha con la casi absoluta certeza de que, mucha o poca, alguna niebla íbamos a pillar. Lo que no imaginábamos era que nos iba a acompañar durante los últimos 11 kilómetros de pedaleo sin dejarnos apenas ver por donde íbamos. Hemos subido empapados en niebla y cegados por ella, de tal modo que en ningún momento hemos podido saber en qué entorno nos encontrábamos. Sólo al llegar arriba con Iván, cuando hemos bajado a esperar el triciclo de Ana, el cielo ha empezado a abrirse. De nuevo en la cumbre, hemos asistido a un espectáculo digno de los mejores magos. Delante nuestro aparecían y desaparecían auténticos gigantes de roca, verdaderas moles que en un instante no estaban y al siguiente asomaban su enorme naturaleza durante unos segundos como jugando al escondite con nosotros. Sólo al subir a las furgos e iniciar el descenso hemos podido ver el maravilloso lugar al que habíamos ascendido y la puñetera burrada de subida que nos acabábamos de merendar. Una eterna sucesión de curvas y rectas repartidas de tal modo que, mirando hacia abajo, se veía la inmensidad del recorrido y la barbaridad de los desniveles por los que hacía unos minutos habíamos estado pedaleando y contra los que habíamos peleado aunque, como dijo Silvia, «ojos que no ven, piernas que no se resienten». Por eso no tenemos muy claro si la niebla fue un regalo o un castigo.
La panda se portó como en ellos es habitual, es decir, maravillosamente:
* ISA, que iba a hacer la parte final, al final tuvo que salir la primera por las cosas del directo. Hizo su parte repartiendo los kilómetros entre Silvia y Calis, el papi de Borja, que hoy pilotó aprovechando que el fedello del «caimán de Ponteareas» iba a hacer la primera parte en furgoneta para no exigir demasiado de sus jóvenes piernas.
* ANA fue la que se comió las rampas duras del final del puerto y lo hizo con la misma alegría con la que siempre pedalea, poniéndose de pie de un salto cuando ve que van a hacerle una foto, retorciéndose de risa sobre el sillín ante la menor excusa para hacerlo. Subió con MAURO, uno de los últimos pilotos en unirse a DisCamino. Un ciclista como la copa de un pino, especialista en Enduro y ciclocross, campeón de mil cosas, internacional con la selección española y, por encima de todo eso, un cielo de persona.
*IVÁN volvió a demostrarnos que ha entrenado a conciencia para esta cita. Ayer comentaba que estaba feliz, muy feliz, porque estaba recogiendo el fruto a lo sembrado durante tantas y tantas horas de entrenamiento a solas durante un año larguísimo y lleno de contratiempos. Hoy volví a subir con él y lo pasamos en grande exprimiendo hasta la última gota de energía. Fuimos con el resto del equipo hasta que, a falta de 5 kms, el tarado del benaventano dijo, «faltan 5, ahora a muerte.»
* BORJA volvió a ser el cariñoso incordio de cada día, atento a todo, pendiente de cada uno, coleccionista de besos, fabricante de sonrisas, novio de Ana y de Silvia con la que ya se ha comprometido y con la que casará en la iglesia de Luz-Saint-Sauveur vestido con chaqueta, corbata y pantalón corto.
* Xoana tuvo hoy, como ella misma dijo, jornada sabática, ya que pedaleó todo el tiempo en su bici de carretera. Es, junto a Mauro, la más reciente incorporación de DisCamino. Su vinculación profesional con el mundo de la discapacidad y su afición a la bicicleta hacen de ella el fichaje ideal. Se encarga de todas las cosas de Ana y hay que decir que si hubiera que puntuar su desempeño sacaría una Matrícula de Honor.
* Silvia es la veterana del grupo, curtida en mil batallas DisCamineras. Este año ha participado en todos los DisCaminos, perdiendo sólo alguna jornada suelta por motivos laborales. Quien la conoce sabe de sobra lo muchísimo que vale y ella sabe lo «más que muchísimo» que todos los pilotos y copilotos la quieren.
* RAMÓN ha sido un auténtico descubrimiento. Desde que su hijo David, uno de nuestros incipientes copilotos y futuro peregrino, salió un día con nosotros, Ramón se enganchó a la tarea de pilotar y es uno de los fijos en todos nuestros entrenamientos semanales. Los duros perfiles de este DisCamino-2017.14, la Transpirenaica, eran demasiado para su todavía escaso entrenamiento, pero no dudó en unirse al grupo como piloto de furgoneta. Maravillosamente servicial, siempre pendiente de las necesidades de los miembros del equipo: un puntal.
* De CALIS no voy a decir nada porque lo que dijera se quedaría corto. Siempre encuentra la solución oportuna para los imprevistos y la frase tranquilizadora cuando las cosas parecen torcerse. Trabajador incansable en todos los aspectos de la expedición. Es una delicia verle lidiar con Borjita: suave cuando toca y severo cuando se requiere. Da una envidia enorme verles a los dos, padre e hijo, pedalear codo con codo». Por Javier Pitillas.